miércoles, 3 de agosto de 2016

POLÍTICA SOCIAL Y MERCADO

Las implicancias de la externalización de los programas del Estado


La política social de los gobiernos de la Concertación tuvo su origen en el combate a la pobreza. En el de la Nueva Mayoría el objetivo es la lucha contra la desigualdad. La pobreza se delimita por ingresos y para ello se determina una línea de pobreza que se construye a partir de una canasta básica de necesidades. La desigualdad también se identifica mediante ingresos y el objetivo es disminuir entre los distintos segmentos de la sociedad, las brechas de ingresos y otras.

Para combatir la pobreza se identificó a grupos humanos, denominados vulnerables, estos eran las mujeres jefas de hogar, los niños y los jóvenes, los adultos mayores, los discapacitados y los indígenas, como así también las familias que según la línea de pobreza, eran indigentes incorporadas al Programa Puente.

Para combatir la desigualdad se ha identificado a la educación como motor. Se ha expresado en parte con la gratuidad de la educación y en aquellos aspectos asociados a una reforma educacional para que las personas tengan acceso a la herramienta que pueda disminuir la desigualdad, ofreciendo la oportunidad de hacerlo a través de la educación.

Además, se han aplicado otras medidas tales como las de impulsar políticas de género, ámbito que contribuye a generar también desigualdad.

También hay medidas que contribuirán desde un nivel institucional a disminuir la pobreza y la desigualdad, ejemplo de ello es la Reforma Tributaria, la Reforma Laboral, la Reforma al Sistema Electoral y la redacción de una futura Constitución.

Sin embargo, a mi entender, no se han tocado dos ámbitos fundamentales para luchar contra la pobreza y la desigualdad como lo son el sistema de salud y el sistema previsional, a pesar que se haya implementado anteriormente una reforma a este último sistema con la Pensión Básica Solidaria.

La Pensión Básica Solidaria y el Subsidio de Cesantía son dos elementos importantes dentro del  Sistema de Protección Social.

La política social contra la pobreza mantiene la impronta dada por los gobiernos de la Concertación: el acento en los grupos vulnerables y la ideología familística (la mujer como sujeto doméstico). Se hace a partir de identificar a las personas que necesitan ayuda del Estado a través de un Registro Social de Hogares -anteriormente la Ficha de Protección Social- para incorporar a sus integrantes a las distintas transferencias monetarias y programas que  constituyen el Sistema de Protección Social.

Hay que hacer notar que existen otros grupos vulnerables como la gente que vive en la calle, los hijos de personas privadas de libertad,  y las personas que necesitan cuidados especiales.

Si bien las personas que sufrían la pobreza fueron identificadas mediante la focalización, lo que ha permitido disminuirla; la medición a través de un nuevo método como el de la Pobreza Multidimensional, ha permitido constatar que los pobres por ingreso aumentan y la desigualdad se hace patente  en las distintas dimensiones. Las brechas de desigualdad se hacen ahora más evidentes con la nueva forma de medir la pobreza.

Por otra parte, la implementación de la oferta programática para favorecer a las personas pobres, vale decir, las distintas intervenciones desde el Estado para superar el problema de la pobreza tiene a juicio de este autor un problema que disminuye la efectividad de la intervención: es la externalización del Estado.

La deficiencia que genera la externalización de los programas sociales se produce porque para llegar a la población objetivo se implementan varios mecanismos de mercado. La fase operativa funciona con fondos concursables a los cuales postulan ejecutores privados. Si bien los ejecutores cumplen con la gestión que determinan en las bases del concurso, no se sabe si la gestión es suficiente o no para producir cambios en las personas intervenidas, es decir, si la acción ejecutada tiene o no impacto.
Por ejemplo, como se señala en la página web del Ministerio de Desarrollo Social:

“Ya se puede postular al Fondo Chile de Todas y Todos
En este tercer lanzamiento se destinarán $1.100 millones entre las organizaciones sociales que participen. El proceso de postulación se abrió el martes 19 de abril y se extenderá hasta el próximo 30 de mayo.”




El concurso para acceder a los fondos se estructura en torno a bases que determinan un deber ser de la intervención, a un imaginario a alcanzar. Para ello, en la mayoría de las oportunidades las bases técnicas solicitan requisitos de experiencia en el ámbito de las políticas y programas sociales, experiencias que no reflejan necesariamente impacto en las personas que anteriormente se han intervenido. Estas experiencias reflejan gestión, lo que se ha hecho; pero nada se sabe de sus resultados y menos de su impacto.

En otros casos, los recursos para intervenir se transfieren directamente a los ejecutores -Municipalidades- a través de un convenio que nuevamente está estructurado en torno a la gestión y no en la intervención social hacia los beneficiarios. En ambos casos se hace hincapié en la utilización contable de los recursos  o gestión, pero no en la metodología de la intervención.

Desde hace algunos años y hasta hoy ha migrado a Chile importante número de latinoamericanos.  Parte de esta migración necesita de asistencia social, en consecuencia necesitará ser incorporada  al Sistema de Protección Social. Hasta el momento, han sido incorporados a los servicios universales de salud y educación.

La asistencia que el Sistema de Protección Social otorga a las personas de menores recursos se ejecuta  como hemos escrito, a través de mecanismos de mercado, con una gran profusión de intermediarios privados que ejercen la función pública.

A futuro la asistencia deberá ser transformada en derechos para las personas y debe ser de carácter universal a través de servicios estatales: para ello la implementación del Registro Social de Hogares (RSH) es buen instrumento para otorgar beneficios previa calificación de las personas. La universalidad se basa en derechos, a diferencia de la focalización que se basa en carencias.

Los instrumentos mercantiles utilizados hasta hoy, por ejemplo los subsidios por niño atendido que utilizan las instituciones colaboradoras del SENAME no han dado los resultados esperados. Gran parte de la población penitenciaria ha pasado anteriormente por recintos del SENAME. Agregando a ello la gran reestructuración que requiere ese Servicio para brindar atención de calidad a los beneficiarios atendidos, sea por las instituciones colaboradoras o los de administración directa.

Los instrumentos mercantiles han incidido en que los funcionarios del Ministerio de Desarrollo Social se ocupen de la gestión monetaria de la oferta programática ejecutada por terceros y no de la intervención social que se da en cada programa. Esta forma de administrar los recursos no corresponde a una intervención social que metodológicamente sea eficaz, sino que la exigencia de la verificación del gasto se constituye en centro del quehacer.
Si bien el manejo de los recursos es importante, la calidad de la intervención lo es más, dado que de ella depende que las personas tengan elementos para superar su condición de pobres.

La nueva forma de medir la pobreza nos señala dimensiones deficitarias de la vida cotidiana de las personas, es decir derechos sociales que no se cumplen; en consecuencia, la intervención social a realizar se encuentra en estas dimensiones que requieren formular una nueva oferta programática para que se cumplan los derechos de las personas. Y esto no puede ser de forma concursable. El Estado debe crear mecanismos institucionales ad hoc para cumplir con los derechos de las personas que no están en las instituciones pertinentes. Y en la medida que éstos se cumplan, disminuirá la desigualdad en los distintos ámbitos.

Pedro Vega Morales
Director Regional Metropolitano
Directorio Nacional Asociación Funcionarios
Ministerio de Desarrollo Social

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