martes, 7 de mayo de 2013

EL CHUPE DE REPOLLO Y OTRAS RECETAS DE LA NUEVA FORMA

PRIMERA COLUMNA DE OPINIÓN


Por Nelson Soto Martínez
Director Nacional
Asociación de Funcionarios ASOFUMI

Qué ha pasado con nuestro Ministerio en estos años extraños?, ¿cuál ha sido la trayectoria de las prometidas transformaciones?, ¿cómo fuimos parte o no parte de la nueva institucionalidad?; nuevas formas diseñadas por otros, definitivamente ajenos, peligrosamente nuevos, al punto que fueron los arquitectos novatos de “grandes edificios”; obras de ingeniería presentadas a la opinión pública como obras terminadas, que a lo más estaban en la etapa del anteproyecto: simples y vistosos bosquejos de un edificio sin planos de especialidades, sin programa, sin cubicaciones;  en fin, edificios construidos en papel.  

De este modo, se creó nuestro Ministerio sin orgánica, con 2 Divisiones de Administración,  como corolario del despropósito organizacional. Surgieron las Divisiones y Departamentos de hecho y con ellos, las jefaturas de confianza: decuriones y asesores con sueldos reguleques. El Ministerio creció bajo el signo  del  empleo flexible y precario, cercenando a contramano la carrera funcionaria y el acceso a empleos estables. Al tiempo, se echó a andar la Asignación Social, luego el Ingreso Ético Familiar (IEF), la Nueva Ficha Social, los programas apéndices, resurgidos de las costillas de otros programas.

Esta obra de iluminatis expresa en efecto un desarrollo inorgánico, porque a la fecha seguimos preguntándonos por ese Decreto con Fuerza de Ley (DFL), que como otros actos administrativos, brilla por su ausencia.  

Asimismo, las transformaciones de nuevo cuño tienen también expresiones concretas. Todos sabemos lo que ha pasado en cada una de nuestra Secretarías Regionales,  los desequilibrios en las remuneraciones entre los unos y los otros, las contrataciones injustificadas de personal sin perfil o al menos con perfiles dudosos para la función, alguno de ellos, amigos o familiares de autoridades  públicas; reproduciendo la práctica de los “recomendados”, aquella que esta administración juró cambiar y combatir en pro de una probidad que pregonaba como verdad revelada.

Se multiplicaron en este período los despropósitos. Cómo no recordar, entre los más recientes, la CASEN  y el Recetario de la Ignominia, cómo no volver a alzar la voz por los despedidos a lo largo de estos años, o el envío a los cuarteles de invierno para otros, negando su experiencia, apostando por la puerilidad de algunos mandos medios y su impudicia  a la hora de entender la función pública, así como la relación con lo privado.

Llegan rumores de contrataciones indebidas, que al menos y por sus grotescos procedimientos, habrían merecido instrucción de sumario. Sabemos de la desprolijidad en la entrega de donaciones que por ser hechas para la prensa y la foto del minuto,  significaron repartir equipamiento computacional como quien reparte Chocman. Se cuenta que  todavía, al cabo de dos años, buscan entre los municipios equipamiento mal asignado y pequeños municipios esperan por las promesas incumplidas.

Pero ha habido más, una impronta en el estilo, cierta arrogancia, que se mueve entre el paternalismo y el autoritarismo, la prerrogativa del genio creador, la misión fundacional de hacer todo de nuevo, porque hasta que estos preclaros no bajaron de sus directorios y gerencias generales, todo estaba mal hecho. Esta misma impronta es la que sanciona públicamente el supuesto mal uso que las personas y familias hacen de las prestaciones sociales y se instala el relato del abuso que algunos “infieles” hacen del Estado subsidiario. A ellas, se les pone en la falsa disyuntiva: lo que tú te llevas se lo quitas a otro auténtico beneficiario de la política social. Nada se dice en ese discurso pontificador  de lo que se llevan unos pocos en desmedro de millones de chilenos.

No obstante,  esta lógica sancionadora  se morigera, se transforma en nuevo trato, exportando del mundo privado sus modelos de atención de público para ser aplicados a los ciudadanos, y proliferan los Call Center, como si los beneficiarios de un sistema de protección social fueran clientes de grandes tiendas. 

Qué duda cabe que el Ministerio de Planificación debía cambiar, mejorar, reorganizarse, que sus programas e instrumentos debían  redefinirse para un país que estaba y está en constantes y profundos cambios. Por ello queríamos participar,  aportar con un granito de arena y cuando hicimos propuestas, cuando exigimos espacios, participación legitima, propositiva, incluso obligando al Ministro para que nos recibiera;  nos inventaron mesas de trabajo, comisiones inconducentes, reuniones de a ratitos,  que volvían a instalar la vieja estrategia de la dilación. 

Cara a cara, whatsap a whatsap,  twitter a twitter,  el estupor temprano de estos descubrimientos va mutando en rabia, descontento; desafección de la misión y visión cautiva en estos años. Y las preguntas vuelven: ¿qué ha pasado con nuestro Ministerio?, ¿hacia qué objetivo u objetivos nos conducen sus derroteros?; no tengo la pretensión de contestar. Como muchos, la mayoría, estoy lleno de preguntas sin respuestas. Un día creímos que era posible construir las respuestas de frente a la gente y participativamente, al poco andar nos dieron con la puerta  en la cara.

Al menos es tiempo de decir las cosas por su nombre: ¡el chupe de repollo produce indigestión!               
 

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