lunes, 30 de diciembre de 2013

LA LARGA RUTA DE LA NUEVA FICHA SOCIAL PARA LA CIUDADANÍA Y LOS FUNCIONARIOS DEL MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL Y DE LOS MUNICIPIOS.

EL SENTIDO REFUNDACIONAL UNA VEZ MÁS IMPIDIÓ LOS RESULTADOS.


El jueves recién pasado hemos escuchado la declaración del Ministro Bruno Baranda, por distintos medios de información, en la que comunicaba la decisión del Ministerio, y consecuentemente del Gobierno del Presidente Piñera,  de posponer la puesta en marcha de la Nueva Ficha de Protección Social para la próxima administración. Del mismo modo,  ese mismo día, Baranda distribuía a través de los correos institucionales una carta dirigida a los funcionarios/as del Ministerio en la que junto con señalar que el proceso de diseño y preparación de la Nueva Ficha había concluido, luego de un trabajo riguroso y bien hecho, se había tomado la decisión de no implementar el nuevo instrumento de focalización, basado en criterios de responsabilidad y prudencia, considerando que sólo faltaban 60 días para que las nuevas autoridades asumieran y pensando en los ciudadanos que podrían verse sometidos a dos cambios en sus puntajes, en un periodo de tres meses, toda vez que la administración entrante ya había adelantado modificaciones al instrumento en un breve plazo.

Los argumentos sobre los cuales funda su decisión el ministro Baranda, son francamente febles y no sólo poco creíbles para los funcionarios y funcionarias de nuestro Ministerio, sino que resultan una burla para la ciudadanía y los miles de trabajadores y trabajadoras de los municipios de Chile que por casi tres años soportaron el verdadero peso de este proceso. Para fundamentar lo dicho vaya una breve reseña de estos años en la ruta de la nueva ficha social.

Bien dice el Ministro Baranda que, en el contexto de un sistema de protección social altamente focalizado, hacia fines del 2009 había amplio consenso que la ficha de protección social creada el 2006 bajo el gobierno de Bachelet, debía ser perfeccionada, permitiendo ordenar la población objeto de la protección social de manera más justa y con criterios de equidad que el modelo de protección requería.  En ello había un sentido de urgencia que no sólo hablaba de mejorar el instrumento de estratificación, sino que expresaba el origen de una discusión más de fondo que tenía que ver con el enfoque de la protección social y los umbrales que debían ir alcanzando los distintos programas y prestaciones para ir avanzando en la universalización de los derechos.

Durante 4 años la discusión de fondo quedó postergada, y el gobierno de Piñera centró su esfuerzo en el instrumento y no en el modelo, con ello profundizó la focalización e inició en el segundo semestre del 2010, su magra tarea refundacional de la Ficha de Protección Social. Con todo, el llamado Comité de Expertos, levantó un conjunto de propuestas dirigidas a  mejorar o perfeccionar la ficha de protección social, en la perspectiva de un proceso que debía ser gradual, en el que uno de sus principales ejes debía ser la validación administrativa de los datos reportados y el diseño de un modelo de cálculo que diera cuenta de nuevas variables.

Sin embargo, a inicios del 2011, y en la lógica de “en 20 días hemos hecho más que en 20 años”, se comienza a preconfigurar lo que en la actualidad es la División de Focalización del actual Ministerio de Desarrollo Social, con una conducción fuertemente tecnócrata y fundacional como señaláramos, en las que el discurso era desprestigiar lo hecho en función de lo bien que lo haremos. Conocido es por todos los que alguna vez trabajaron al alero de esa División -y que aún trabajan allí- las presentaciones en powerpoint que se utilizaban intramuros para difusión a la comunidad y los municipios, en las que aparecía una ficha de protección social tachada y con la Palabra “Inutilizada”,  o la lámina que equívocamente decía: “Un cambio en 360°, hoy casi una paradoja, porque cambiar en 360° es volver al punto de origen, una vuelta completa sobre el mismo eje. Casi un mal chiste.  

En esa oferta, claramente alejada de la responsabilidad, a la que hoy alude el Ministro, hubo otros actos rituales que rayan en lo patético, como cuando el Ministro Lavín rompía la Ficha de Protección Social ante las cámaras, anunciaba el advenimiento de la nueva ficha como quien anuncia la llegada de un salvador, curioso gesto cargado de la impronta fundacional que ha caracterizado a esta administración.   Pero lo cierto es que a esa fecha -resulta difícil precisarla entre tanto acto fallido- el Ministro en rigor sólo tenía un cuestionario,  que lo que había hecho era aumentar el número de preguntas ya contenidas en la ficha de protección social, incorporando otras tantas, de dudosa validez cultural y semántica. Con un cuestionario imprecisamente incrementado, se salía comunicacionalmente a la opinión pública para mostrar los avances del proceso. Hoy sabemos que muchas de esas preguntas no están incorporadas en el modelo de cálculo, entre otras cosas porque están precariamente formuladas y no tendrán jamás validación administrativa del dato reportado. Bajo una administración “cosista” había que mostrar avances, aunque ello significara poner la carreta delante de los bueyes. Cuando alguien en una de las tantas jornadas que organizara el Ministerio a través de la División de Focalización con sus contrapartes regionales, preguntó por simple sentido común si eso no era un error, nos contaban que “ya estamos trabajando en el modelo de cálculo con un grupo de expertos” y a otra cosa mariposa.

El episodio anterior no es menor dentro del proceso fallido de la nueva Ficha, representa el estilo de trabajo que en un primer momento pareció inclusivo y participativo y que alentó a muchos encargados regionales de la Ficha en las Secretarías Regionales Ministeriales a sentirse parte del problema y la solución. Por ello,  a nadie le extrañó que en la tarea de formar equipos se mantuvieran prácticamente a los mismos responsables que habían cumplido dicha función en la administración Bachelet, intentado dar con esto una señal técnica, por sobre otras consideraciones. Sin ánimo de juzgar las intenciones, cualquiera sabe que en una tarea como la que se decía emprender, el capital social de los encargados regionales era un recurso del que no se podía prescindir, a riesgo de que los actores de primer piso -los municipios-, no se sumaran a la epopeya. La participación en esos espacios, a través fundamentalmente de las jornadas regionales, siempre tuvo un carácter artificioso, la generación de falsos debates, toda cuenta que las decisiones importantes estaban tomadas de antemano por un selecto grupo, nunca se ha sabido en rigor cuántos, así las cosas, las jornadas servían para validar lo ya resuelto.

También se ha querido señalar como característica del trabajo bien hecho, que los municipios se sumaron entusiastas a esta iniciativa. Habría que decir que sin duda existía un fuerte descontento en los departamentos sociales de los municipios con la manera como estratificaba la ficha de protección social, ellos fueron parte importante de las voces que a fines del 2009 ya reclamaban por mejoras en la ficha. Cuando surgen entonces los primeros pilotos del cuestionario, muchos municipios se suman entusiastas,  esperando  bajo el sentido de urgencia al que aludíamos, que las reformas se hagan con prontitud, quien más sensible a la urgencia que quienes deben trabajar día a día conteniendo a una población vulnerable y vulnerada en sus derechos las más de las veces.  

Pero esa urgencia se transformó en sucesivos equívocos, comunicaciones fallidas, cambios de prioridades inconsultos, desorden administrativo, decisiones adoptadas sobre la marcha, programaciones y compromisos incumplidos, criterios de aplicación del nuevo cuestionario definidos bajo la modalidad de ensayo y error, confusión y presión para que encuestaran a cualquier precio, en todo caso a un precio más bajo que el que había tenido el valor de la ficha históricamente como pago a encuestadores.  

Todas esta directrices venían y bajaban del Ministerio, pasaban por las regiones, en las que funcionarios y funcionarias con un alto sentido del trabajo, comprometidos con lo que querían hacer, debían poner el pecho ante los municipios, así como los trabajadores municipales ponían el pecho ante la ciudadanía, luego de a lo menos tres debut fallidos del nuevo instrumento. En lo único que acierta sin duda el Ministro, es en reconocer el trabajo de estos funcionarios de regiones, muchos del nivel central y por cierto de los municipios, que a pesar de los pesares han seguido batallando en esta tarea.   A contramano, lo cierto es que el periplo de esta nueva ficha está plagado de malas decisiones políticas y errores técnicos,  producto de la impericia y la arrogancia de quienes condujeron el proceso, tecnócratas por un lado  y políticos por el otro, que presumiblemente no han pateado calles  y que presumen de haberlo hecho porque alguna vez vivieron esa  experiencia como distinta, algo para contar; la anécdota a la que recurren en su afán por mostrar que conocen algo más que sus escritorios.

Pero lo sustancial no es cuán más o cuán menos conectados con la gente real están los tecnócratas y gerentes que diseñaron e impulsaron el proceso, lo concreto y objetivo es que la oferta inicial que difundía los atributos de la nueva ficha a 2 años y medio de su punto de partida, para ser generosos, ha cumplido parcialmente con los productos y promesas hechas a la ciudadanía.

La plataforma 2.0 que se garantizara,  no está completamente implementada, los puntajes por núcleo y sectoriales que vendrían a mejorar la asignación de subsidios de vivienda y prestaciones de programas sectoriales,  no están disponibles, la validación administrativa de un número significativo de datos reportados en el nuevo cuestionario no es posible, porque muy  probablemente las 33 bases de  datos, que se ufanan en haber reconstruido y construido, son precarias para algunos  segmentos etarios y grupos de población. La lista es larga, como debió ser la transición entre uno y otro instrumento si se hubieran hecho las cosas rigurosamente como dice el Ministro Baranda, porque esa es la lógica de cualquier reforma, un diseño y una puesta en marcha razonablemente breve y una transición,  por cierto algo más larga para ir ajustando en tiempo real los cambios,.

Casi el a, b, c  de la cuestión, el sentido común que faltó. Hoy cuando el año está por terminar, no se encuentra resuelta esa transición con los sectores y los Servicios que hacen uso de la ficha para sus asignaciones, ni operativa, ni normativamente.

Creemos que éstas y tal vez otras más que desconocemos, son las razones técnicas de fondo que llevaron a la decisión de no salir con la nueva Ficha. No obstante, seguimos pensando que la decisión está fundada en una razón política, el miedo a sincerar las cifras, a mostrar cómo se distribuye la población según quintiles bajo los criterios de la nueva ficha.

En las postrimerías de su mandato este gobierno no estaba dispuesto a pagar un nuevo costo: un porcentaje significativo de familias y personas que salen de los primeros quintiles en el marco aún de un modelo de protección altamente focalizado.

He ahí la otra historia de la nueva ficha y las razones no dichas por un Ministro que llegó a hacerse cargo de un Ministerio averiado y a la deriva.
Habría que preguntarse si en esta decisión no hubo además un acuerdo no explicitado entre los que se van y los que llegan.

Pero nosotros seguiremos disponibles para colaborar como siempre estuvimos con el fortalecimiento de nuestro Ministerio,  pero atentos a denunciar lo que otros callan, sobre la base de nuestra libertad para opinar y pensar nuestro quehacer, lo que representa finalmente la esencia de la libertad sindical que a la que no renunciaremos.

Directorio Nacional Asociación de Funcionarios Ministerio Desarrollo Social

No hay comentarios: